

El proyecto parte de una premisa clara para diseñar ideas: un individuo no es un conjunto de piezas, sino una dinámica molecular. La multitud tampoco es suma de cuerpos, sino un campo de fuerzas en movimiento.
Para explicarlo más claro puede servir el último sketch de Everything You Always Wanted to Know About Sex de Woody Allen, aquí el cuerpo actúa como un estudio de televisión. Personajes internos toman decisiones absurdas y, sin embargo, precisas. En éste proyecto ocurre algo parecido: figuras mínimas, a escala micro, coreografían una enorme puesta en escena. La individualidad está hecha de multitudes.
La obra se construye como un zettelkasten práctico: cuatro líneas que se cruzan—pintura, microbiología, parodia y figurantes—sin jerarquía fija.
El enfoque se sitúa a escala bacteriana. La química se entiende como agencia y no como fondo. Lo vivo aparece como red situada de relaciones, no como sustancia aislada; una postura que asume coproducción entre entidades y contextos.





El proyecto convierte el teorema en poema y, por tanto, en un problema. No propone soluciones; busca el tropiezo productivo entre hipótesis y afectos. La risa funciona como herramienta para abrir mecanismos, sin sermones.
Los “Figurantes” son actantes: bacterias que empujan a tomar decisiones, objetos que influyen, flujos que negocian. La escena no se explica por esencias, sino por asociaciones.
Las piezas se fabrican por montaje. Se trabaja diseñando mapas. Si el mapa se endurece, se vuelve a cortar. Importa el pliegue donde la forma se mueve.
La práctica se mueve entre diseño y pintura. No se usa el diseño como cierre funcional, sino como dispositivo para redistribuir lo visible y lo legible. El objetivo no es dar consignas, sino ofrecer condiciones de lectura. No es un manual de biología, sino una parodia atenta de cómo lo micro tracciona lo macro.
Todo ello nos incita a recordar que la integridad moral y física es una ficción útil pero parcial. Lo que se llama “yo” es un conjunto de decisiones tomadas por sistemas sin finalidad previa: viven, y al vivir, mueven. Todo esto afecta a la política, a la economía y a cómo se diseñan nuestros mundos compartidos.




Artesanía gráfica
El proyecto incorpora un diseño de pequeñas piezas—módulos recortados, tokens, fragmentos impresos y pintados en acuarelas—que, ensamblados a mano, generan “masa”. La escala mínima importa: cada unidad tiene tolerancias, bordes y errores que no se corrigen digitalmente; se aprovechan como variaciones. La repetición produce patrón, pero la ligera desviación introduce ritmo. Ese enjambre de microformas, acumulado por capas, se comporta como una multitud: no depende de una figura central, sino de reglas simples de proximidad, rotación y acople. La construcción es lenta y táctil. Primero se diseñan matrices y troqueles; luego se corta, se pinta y se pega pieza a pieza. El resultado no es un collage ornamental, sino un campo de fuerzas visible donde la “masa” emerge de la suma artesanal de decisiones pequeñas. Esta lógica de módulo y enjambre conecta con el enfoque micro-biológico del proyecto y con su lectura del individuo como dinámica, no como bloque.
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